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Nuevos mundos, nuevos futuros…

Si tuviéramos que definir lo que en realidad significa el término «fantástico» en lo que respecta a la literatura, créeme que no sería nada fácil. En primer lugar, deberíamos considerar que cualquier relato que fuera de ficción, realmente se podría meter en esta clasificación, ya que, obviamente, tendría elementos de fantasía; pero como claramente esto no sería un elemento diferenciador, y englobaría un montón de géneros que sería imposible diferenciar  según este criterio, generalmente se emplea este término para todo aquello que tenga tintes de «extraordinario» o «poco corriente», yéndonos a otra acepción de la palabra fantástico (como ves, ya no tiene que ver mucho con la fantasía). Si es acertado o no, poco importa, ya que el imaginario común ha convertido a este tipo de literatura en el referente de todo aquello que tiene brochazos de sobrenatural, extraño, terrorífico o ciencia-ficción.

Como ves, si se te ocurre decir que eres aficionado a este tipo de lectura, entrarás en un grupo con un ancho margen de movilidad, y tendrás que ser más concreto si en realidad quieres referirte a un subgénero en particular dentro de esta literatura. Hay que decir que estos subgéneros han venido muy determinados por las épocas, convirtiéndose así en algo así como una moda, propia de unos años en concreto; así, fueron famosas en la antigüedad las fábulas y las epopeyas protagonizadas por héroes y seres fantásticos; en el siglo XVIII se desarrollaron los cuentos infantiles; en el siglo XIX irrumpió con fuerza la literatura gótica y de terror, y en el siglo XX la ciencia-ficción ganó un montón de adeptos.

¿Y qué es lo que se lleva ahora en cuestión de literatura fantástica? Bueno, la tendencia es claramente hacia un público joven, y en vez de ayudarse con seres sobrenaturales o mundos de fantasía, se han puesto de moda los futuros distópicos. ¿En qué consiste esto? Bueno, se trataría de narrar un mundo generalmente post-apocalítico, que ha sobrevivido a alguna clase de desastre natural o pandemia causada por el hombre, y en la que se intenta sobrevivir a nuevas circunstancias creando un nuevo orden social, que generalmente es muy útil para unos pocos y oprime a la gran mayoría; en fin, que casi volvemos al feudalismo o a una autocracia aunque con condiciones de vida diferentes, pero la cosa se resuelve casi siempre echando manos de los antiguos valores, vamos, los que tenemos en este mundo imperfecto pero que al parecer son los que hacen una sociedad mejor. La verdad, si esto es en todo lo que podemos pensar, y es lo que más gusta a nuestros jóvenes, no sólo la literatura está yendo por lugares extraños, sino también todos nosotros en general.